jueves, 21 de octubre de 2010

Ante el aborto: el hombre sin voz ni voto
Sucede a menudo, que el debate del aborto provocado sólo incumbe la problemática que encierra a la mujer, dejando los varones relegados a un segundo plano. Parece pues, que la paternidad cada vez está más desprotegida por las leyes, la medicina y la sicología.
El rol del padre se ha caracterizado por la protección que le provee a su familia, por la responsabilidad de sus funciones dentro de la misma, por ser el integrante firme, el principal soporte de su esposa e hijos; en fin, por su insustituible papel dentro del núcleo familiar. Pese a ello, la propaganda proabortista, ha querido desligar al hombre de todo lo concerniente al embarazo y le han creado a la mujer una falsa autonomía, la cual promulga el aborto como una decisión que sólo le atañe a ella.
Así lo afirma un análisis realizado por la organización Vida Humana Internacional: “en la decisión del aborto, con demasiada frecuencia el cometido del varón es marginal y pasivo. Puede que sea pasado por alto por su mujer, ignorado en la clínica abortista y desamparado en el acto y las secuelas del propio aborto. (…) La experiencia clínica demuestra que los hombres se vuelven hostiles cuando han sido excluidos de la toma de decisiones y cuando descubren que han sido engañados y manipulados.”
Además añade: “en nuestra sociedad se espera que los hombres sean agresivos, dominantes, que tengan éxito y que sean responsables. La experiencia del aborto crea mucha confusión en estos roles tradicionales. El hombre, a raíz del aborto, no puede desenvolverse como se esperaba de él, causándole ansiedad, tensión y problemas emocionales. En una sociedad en la cual no sólo se acepta el papel activo del padre, sino que se exige más cada día de él, es una ironía que al hombre se le deje sin poder alguno para decidir el destino de su hijo por nacer.”
Los hombres también sienten
Es apenas lógico y de sentido común, que el hecho de acabar con la vida del propio hijo, afecte intensamente al esposo (o compañero) tanto como a la madre; al fin y al cabo, la criatura por nacer corresponde a ambos, lo que supone que deberían tener los mismos derechos sobre esa vida que apenas germina.
De igual manera, diversos estudios revelan que los hombres sufren y sienten un dolor inmenso cuando sus parejas se someten a este procedimiento. Entre los efectos emocionales del aborto en los masculinos, se hallan sentimientos de culpabilidad, remordimiento, ira, depresión y tristeza. En el caso de aquellos que no fueron consultados por sus parejas, predomina la impotencia junto con una inmensa culpa por no haber salvado a su propio hijo. Tanto en los hombres como en las mujeres, estas perturbaciones se pueden convertir en traumas para el resto de sus vidas.
Esta situación lleva a una serie de desajustes que no tardarán en hacer estragos en la relación amorosa; se dice que hasta un 70% de las parejas, se separan en el término de un año después de haber ocurrido el aborto.

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